Ciencia Propia

Recuperar, dinamizar y transformar el Sistema de Ciencia y Tecnología para el desarrollo nacional. Avances y desafíos de la gestión

A partir de la recuperación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCYT) comenzamos una tarea de articulación y orientación de la política científico-tecnológica con el fin de federalizar el alcance del sector y de potenciar los impactos positivos sobre la sociedad y en el desarrollo del país. En este sentido, las transformaciones y la jerarquización del sector representan una continuidad con las políticas impulsadas durante doce años por Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, en contraste con el retroceso sucedido durante la gestión macrista. Uno de los principales logros de esta gestión es la aprobación de la Ley de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, que garantiza un incremento sostenido del presupuesto del sector para llegar al 1% del PBI en el año 2032 y debe promover una reducción progresiva de las asimetrías entre las distintas regiones. De la misma manera, creamos una serie de programas para orientar la inversión, atender problemas concretos de la sociedad y fortalecer la infraestructura del sector. Sin embargo, es necesario repasar los desafíos que el sistema de ciencia y tecnología debe afrontar, como efectivizar su federalización, la transformación de sus instituciones, el impacto de las capacidades del sistema científico y tecnológico, el protagonismo de la juventud y la mejora de los instrumentos de financiamiento. En un contexto político crítico a partir del intento de magnicidio de nuestra vicepresidenta, resulta necesario profundizar nuestra tarea para transitar hacia una sociedad que fortalezca su democracia, que resuelva las profundas inequidades sociales hoy existentes y potencie su desarrollo en sectores estratégicos, esto solo será posible con el conocimiento, la ciencia, la tecnología y la innovación como protagonistas.

1.   Recuperación, puesta en marcha y generación de condiciones para una política de Estado de Ciencia y Tecnología

Al asumir la gestión del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT) junto a Roberto Salvarezza, lo hicimos con la voluntad de recuperar el terreno perdido durante el gobierno y gestión regresiva del macrismo. Los gobiernos de Néstor y Cristina representaron un salto cualitativo y cuantitativo extraordinario en nuestro sector, que colocó la ciencia y la tecnología en un lugar protagónico de nuestra sociedad y tendió vasos comunicantes con dimensiones vitales para el desarrollo nacional con inclusión en el largo plazo. En el año 2002 el CONICET contaba con 3700 investigadores e investigadoras y,  tras más de una década de una política sostenida de ingresos a carrera, en el año 2015 alcanzó más de 9200 (en 2021 fue de 11400). La cantidad de becarios y becarias del organismo en 2004 era de 3700 y en 2015 pasó a superar los 10000 (en 2021 fue de 11900), empujando el número anual de graduaciones de doctorado de poco más de 500 en 2002 a más de 2400 en 2015.

Al comienzo del gobierno de Néstor, teníamos un sistema científico olvidado, crónicamente reducido y corporativo, con ciclos de ajuste que propiciaban recurrentes fugas de jóvenes al exterior. Al final del gobierno de Cristina, dejó un sistema fuerte, potente, en crecimiento, jerarquizado en el discurso presidencial, y que ofrecía un futuro para miles de jóvenes científicos y científicas con ganas de hacer ciencia en nuestra patria. Este movimiento vino acompañado de una mayor federalización del sistema universitario nacional y la apertura del acceso a los sectores populares del conurbano; a su vez, se impulsó el desarrollo de sectores estratégicos como las telecomunicaciones, el espacial, nuclear, oceanográfico, energético, etc. Todo ello significó, no solo dotar de masa crítica y revitalizar al sector, sino también impulsar la demanda de participación del sistema científico-tecnológico en grandes misiones nacionales impulsadas por el Estado, como no se daba desde los gobiernos de Perón. Este crecimiento virtuoso del sector se interrumpió en 2016 con el macrismo, y hasta 2019 se produjo un empobrecimiento y desarticulación deliberados del conjunto del sistema, a través del desfinanciamiento progresivo y la desactivación de la demanda pública de desarrollo de ciencia y tecnología. Desde este lugar, es que en diciembre de 2019 debimos regenerar condiciones elementales para hacer ciencia y tecnología en nuestro país.

Para esta recuperación empezamos a crear una estructura para que el Ministerio, responsable de la coordinación de la política científico-tecnológica, pase de ser una cartera vacía de contenido y de financiamiento, a tener fondos y convertirse en un actor dinámico con capacidad de inversión, sin lo cual no es posible incidir sobre la realidad. Hacer política científica desde el MINCYT es determinante no solo para que existan condiciones para el desarrollo de la actividad científica en sí, sino para el perfil que adopta el sector para vincularse con las demás áreas de gobierno, con las que es necesario articular, para incidir de forma extendida y positiva sobre nuestra sociedad.

Asumir la coordinación de la política científico-tecnológica desde el MINCYT significó retomar el curso de acción desde la concepción del ejercicio del poder para transformar la realidad, orientar la ciencia al servicio de la sociedad y recuperar el sentido de la política pública para el sector, que Néstor y Cristina llevaron adelante con convicción y determinación. Aquella jerarquización efectiva de la ciencia y la tecnología permitió establecer un piso de discusión que gran parte de la comunidad científico-tecnológica y de la sociedad toda ha valorado y ha defendido aun en momentos difíciles. Es ese legado el que inspira nuestro rol en la gestión de las políticas públicas desde el MINCYT en la planificación del corto, mediano y largo plazo, y es responsabilidad de la juventud superar ese piso para dotarlo de mayor planificación orientada al desarrollo.

Entendemos que una ciencia justa y legítima es aquella capaz de implicarse en los problemas de nuestra sociedad, que aporte soluciones a la agenda pública del desarrollo nacional, provincial y local. Con la misión de generar condiciones que permitan federalizar los aportes del sector, articulando sus instituciones con impacto social, trabajamos en la construcción y puesta en marcha de diferentes herramientas de gestión y desarrollo normativo. Cada una de ellas nos viene dejando un saldo de experiencia acumulada, que presenta el desafío de convertirse en aprendizajes para la construcción de una agenda abierta, que recupere a las potencialidades y traspase las limitantes que encontramos en nuestro Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (SNCyT). A poco más de dos años y medio de gestión, repasaremos algunos puntos nodales, donde la coordinación interinstitucional resulta un desafío y oportunidad estratégica para la articulación del sector y la generación de condiciones para hacer ciencia y tecnología de cara al desarrollo nacional.

2.   Acciones para  articular al sistema, dinamizarlo y orientarlo a la sociedad. Aciertos y obstáculos

La aprobación en 2021 de la Ley 27.614 de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación permitirá cuadruplicar en términos reales el presupuesto de Ciencia y Tecnología hacia el 2032, llevándolo al 1% de PBI. El 20% del incremento presupuestario anual deberá distribuirse con una perspectiva federal en las provincias, en proyectos que promuevan un desarrollo armónico de las regiones del país, con énfasis en aquellas de menor desarrollo. Esta Ley es, sin duda, un quiebre histórico para el sistema científico y tecnológico. Escribimos ese proyecto de Ley en el año 2014 con el entonces Diputado Wado de Pedro, quien fue el responsable de presentarla en dos oportunidades (2015 y 2017) en el Congreso de la Nación para su tratamiento. Sin el acompañamiento de la entonces Secretaría de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva -a cargo de Lino Baraño- del gobierno de Macri, tuvo que esperar hasta el año 2021 para ser aprobada por ambas cámaras del Congreso de la Nación y promulgarse, para ser hoy una realidad. La Ley le otorga al sistema científico y tecnológico recursos, previsibilidad y sostenibilidad en el tiempo, que son condiciones rectoras para que podamos desarrollar nuestras capacidades científicas y tecnológicas en forma plena y soberana. 

Esto genera condiciones estructurales inéditas en nuestro país para una planificación de la inversión en el sector en el largo plazo, distribuida de manera federal. Así también, plantea el desafío de la convergencia con las potencialidades socioeconómicas de desarrollo provincial y municipal, donde resultará nodal la coordinación entre instituciones nacionales nucleadas en el Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología (CICyT) con las autoridades provinciales que conforman el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (COFECyT). El MINCYT deberá velar por este desafío para un exitoso cumplimiento de la Ley y la federalización progresiva del sistema.

El valor de las acciones de vinculación y transferencia forma parte de nuestro lenguaje corriente en el sector desde hace varios años. No obstante, la intensidad con la que se relacionan los equipos de trabajo de las universidades y de los organismos de CyT con los actores adoptantes productivos y sociales es determinante para que el aporte del sector pueda materializarse en nuevos desarrollos y soluciones efectivas. Por eso, desde la gestión del MINCYT creamos distintos marcos de inversión orientada, para que dicha vinculación pueda darse con un volumen de financiamiento significativo, como lo fueron: la Unidad Coronavirus, la Unidad de Ciencia y Tecnología contra el Hambre y el Programa Impact.AR Ciencia y Tecnología. El saldo fue el desarrollo de múltiples soluciones para el abordaje de la pandemia (kits de diagnóstico, secuenciación de genomas, elementos de protección personal, proyectos de vacunas nacionales, etc.), la creación de nuevos alimentos de alto valor nutricional fruto de la articulación entre instituciones del sistema y el sector privado (por ejemplo, leche de maní y quinoa) y de tecnologías para la producción de alimentos y acceso al agua, herramientas de alto impacto en la política pública (154 desafíos admitidos y 114 en ejecución en el programa Impact.AR) donde equipos de universidades y organismos científico-tecnológicos colaboran en el desarrollo de soluciones a problemas complejos planteados organismos públicos nacionales, provinciales y municipales. Estas experiencias nos permiten visualizar la alta valoración social, potencialidad y necesidad de intervención de nuestro sector sobre las agendas públicas de nuestro país y sus regiones, la cual estaba vacante.

En el mismo sentido, y como parte de una agenda de largo aliento, trabajamos en la construcción de la articulación de múltiples universidades y organismos científico-tecnológicos para el abordaje de temas estratégicos con alto impacto en el desarrollo regional y nacional. Con este espíritu creamos 12 nuevos Centros Interinstitucionales, que totalizan 15, con asiento en 14 provincias, participación de 18 universidades nacionales, 11 organismos de ciencia y tecnología y 11 gobiernos subnacionales, entre otros actores públicos y privados. Se trata de un esfuerzo de articulación distribuida en todo el territorio nacional para el abordaje de temáticas estratégicas como el agua, la producción agroalimentaria, el territorio antártico y sub-antártico, el mar y sus recursos, la energía y el ambiente, entre otros.

A estas acciones deben sumarse las inversiones estructurales, en infraestructura y equipamiento, a través de los programas Construir Ciencia y Equipar Ciencia, las cuales representan un volumen de inversión sin precedentes y que no serían posibles sin la Ley de financiamiento del sector.

Revitalizamos el Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología (CICYT), donde convergen, junto con las universidades nacionales y privadas, 16 organismos nacionales de ciencia y tecnología: la CNEA, la CONAE, CONICET, INTI, INTA, Parques Nacionales, el Instituto Antártico Argentino, INIDEP, INA, IGN, el Banco Nacional de Datos Genéticos, el Servicio Meteorológico Nacional, el Servicio Hidrográfico Nacional, el Centro de Investigaciones Tecnológicas para la Defensa (CITEDEF), INPRES y ANLIS. El CICYT y sus organismos –muchas veces desfinanciados e invisibilizados- se reveló como un ámbito ineludible y de enorme potencial para coordinar y orientar la política científico-tecnológica en todas sus dimensiones.

El trabajo sostenido y conjunto con las instituciones del CICYT mostró una carencia estructural en la consolidación, regeneración y rejuvenecimiento de sus recursos humanos, donde se observa una brecha entre la capacidad de nuestro sistema universitario para formar personal altamente capacitado y la dificultad del sector público para asimilarlo de manera distribuida en todo su andamiaje institucional. Junto con la Secretaría de Gestión y Empleo Público, creamos el Plan Integral de Fortalecimiento de los Recursos Humanos de Organismos de Ciencia y Tecnología integrantes del CICYT, en busca de incorporar más de 1000 científicos y científicas de alta especialización al sistema. No obstante, a la tarea de coordinación en la materia se le antepone la existencia de múltiples marcos normativos superpuestos, muchos de ellos inadecuados para la incorporación de profesionales científico-tecnológicos, que es menester transformar para contar con escenarios adecuados para la incorporación de personal altamente calificado al Estado del siglo XXI.

3.   Caminar hacia una transformación integral de la ciencia y la tecnología para el desarrollo nacional

El breve -pero intenso- recorrido en la gestión del sector desde el gobierno nacional, nos deja un saldo de advertencias y desafíos, si de lo que se trata es de construir un sistema científico al servicio del desarrollo con inclusión de nuestro país. Una vez recuperado el MINCYT y visibilizada positivamente la contribución de la actividad científico-tecnológica a nuestra sociedad y con proyectos de envergadura en curso, creemos necesario y posible una transformación integral de nuestro sector, que aborde simultáneamente diferentes dimensiones.

Federalización del sistema de ciencia y tecnología.

El nivel de concentración de las capacidades del sistema científico y tecnológico, que incluye la inversión pública, las trabajadoras y los trabajadores, y la infraestructura en la región centro del país, es alarmante. Las capacidades del sector se concentran en forma desproporcionada en Ciudad de Buenos Aires y las provincias de Buenos Aires, Santa Fé y Córdoba. Este es uno de los más profundos condicionantes para desarrollar nuestro sistema con una real y efectiva distribución federal que potencie las capacidades de cada provincia y de cada región. Este desafío estructural significa no solo distribuir recursos sobre todo el territorio nacional, sino avanzar sobre el alineamiento de las inversiones y desarrollo de nuevas capacidades con los proyectos de desarrollo provincial y regional, así como la disminución de brechas inter-jurisdiccionales en materia de acceso a la ciencia y la tecnología. Esto requerirá de un mayor despliegue de los organismos de ciencia y tecnología con presencia física y estable en las provincias, articulados con las universidades nacionales.

En este sentido hemos dado los primeros, pero firmes, pasos a través de los Programas Federales “Construir Ciencia” y “Equipar Ciencia”, lanzados en el mes de abril de este año y que han tenido excelente recepción por parte de las instituciones y provincias. En efecto, llevamos adjudicados más de 24000 millones de pesos en 49 nuevas infraestructuras científicas y tecnológicas y más de 7800 millones de pesos en 167 equipos de mediano y gran porte para dotar a las instituciones de todo el país. Estas inversiones, su continuidad en el tiempo y una mayor profundidad federal, son las que permitirán generar las condiciones de trabajo y las capacidades científicas en todas las provincias. Estas políticas son una apuesta que creemos claves para la radicación de jóvenes y para que científicos y científicas planifiquen su actividad y proyectos de vida en lugares donde hoy no resulta posible por la falta de capacidades estructurales.

Articulación efectiva de la ciencia y la tecnología con el sector gubernamental y el aparato productivo.

El sistema científico requiere una mayor integración de sus instituciones y equipos de trabajo como dispositivos de apoyo a las gestiones de gobierno, pero también embeber al sector privado, de modo tal de alcanzar saltos cualitativos en la agregación de valor y diversificación de la matriz productiva, lo que podrá devenir en una ampliación de la oferta exportable de bienes basados en conocimiento. Nuestras capacidades en el sistema permiten aportar soluciones a problemas complejos de la Argentina. Esas capacidades son complementarias entre las diferentes instituciones que componen el sistema de ciencia y tecnología. Es por esto que la articulación e integración inter-institucional es esencial y resulta imperioso idear instrumentos articulados con otras áreas de gobierno que permitan una política sistémica en esta dirección, inteligente y ágil para superar barreras institucionales, muchas veces históricas y anquilosadas que poco tienen que ver con los desafíos futuros de nuestro país.

Transformación e innovación institucional.

La agenda de impacto de la ciencia y la tecnología sobre otras esferas de nuestra sociedad, no puede hacerse sin dotar a los organismos del sector de mayor capital humano, de modo tal de regenerarlo cualitativamente y generacionalmente, así como de nuevas estrategias de crecimiento y desarrollo institucional. El sector científico tecnológico en toda su diversidad institucional debería aparecer dentro del horizonte profesional de posibilidades de jóvenes que transitan la formación de alta calificación en el sistema universitario. Todo ello requiere, de manera ineludible y urgente, la creación de un sistema de incorporación de personal ágil que garantice mecanismos de acceso a la carrera profesional en los diferentes organismos de ciencia y tecnología, que se fundamente en el mérito, experticia y experiencia acumulada en el sector, de modo tal de poder agregar valor en el pasaje de personal del sector académico al sector científico-tecnológico nacional.

Esto exigirá el desarrollo de nuevas normas para lograr una incorporación distribuida, coordinada y regular de recursos humanos en todas las dimensiones de los organismos de ciencia y tecnología, que permita contar con un sistema dinámico de científicos y científicas. A su vez, nuestras instituciones, muchas de ellas fundadas hace más de 70 años durante el segundo gobierno de Perón o en las décadas siguientes, mantienen reglamentos y mecanismos de funcionamiento institucional que hoy no permiten responder frente a los desafíos contemporáneos y por venir. 

Abrir nuestras políticas de Ciencia y Tecnología a la juventud.

La agenda del desarrollo requiere que el Estado, a través del MINCYT, sea inteligente en convocar desde temprana edad a los y las jóvenes que son el presente y futuro de lo que podemos construir como sociedad. Para ello, es preciso que desde la definición de la política científica nos acerquemos a este amplio grupo de la población para que se exprese, conozca lo que podemos hacer desde el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología y sus oportunidades, generando vocaciones que permitan densificar la agenda de capacidades para contribuir al impacto y desarrollo productivo. Debemos poner de manifiesto que los y las jóvenes hoy están lejos de todas esas posibilidades. Somos responsables, desde las instituciones científico- tecnológicas y las áreas de gobierno, de que su acercamiento se produzca de modo efectivo. Desde el MINCYT hemos empezado a recorrer este camino desde el Programa de Juventudes, para que la juventud sea protagonista de las oportunidades que existen en la ciencia y la tecnología, para vivir un mejor presente y transformar el futuro.

Diseñar mejores y más ágiles instrumentos de financiamiento de la Ciencia y la Tecnología argentina.

Si bien se han hecho esfuerzos por crear nuevos instrumentos de financiamiento desde MINCYT, queda mucho camino por recorrer para mejorar las condiciones en las que se hace ciencia y tecnología y orientarlas a los objetivos de desarrollo. Asimismo, lograr que su ejecución ocurra en los tiempos previstos y que eso impacte positivamente en las condiciones de hacer ciencia y, con toda su potencialidad, en mejoras sociales en forma extendida, es materia pendiente del entramado institucional de nuestro sistema de ciencia y tecnología.

Caminar hacia una transformación integral de la ciencia y la tecnología para el desarrollo nacional requiere recuperar el debate y la capacidad de encuentro militante en todas las provincias del país. Para ello, es indispensable volver a hacernos presentes en nuestras instituciones científico-tecnológicas y en todos aquellos espacios sociales y políticos en los que la ciencia y la tecnología puede y debe hacer su contribución para una sociedad más justa, pacífica, democrática, libre y soberana.

Pablo Nuñez

Subsecretario de Coordinación Institucional del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad de Buenos Aires. Es Investigador Adjunto del CONICET, especializado en bioestadística aplicada y ciencia de datos en el área de salud pública (FCEN-UBA). Es Presidente del Consejo de Administración de la Iniciativa Pampa Azul. Es integrante del Grupo Ciencia y Técnica Argentina (CyTA).