Ciencia Propia

Ad Astra Per Aspera

Por Juan Cruz González Allonca

Resumen


La empresa argentina Vehículo Espacial Nueva Generación, más conocida como VENG, se propone uno de los desafíos más difíciles y complejos para el sector espacial argentino con la construcción del vehículo de lanzamiento de satélites Tronador II. El artículo repasa las características de una nueva etapa en la gestión de la empresa aeroespacial, así como los antecedentes que significaron avances y retrocesos en los proyectos de acceso al espacio, mencionando las claves para lograr mayores niveles de soberanía espacial. Se resaltan las capacidades actuales y los logros de la empresa a partir de sus diferentes líneas de negocio. Por último, se reflexiona acerca de la necesidad de profundizar el desarrollo espacial, su aporte a los problemas y desafíos en la Tierra, y la potencialidad estratégica nacional y regional que tendría contar con un lanzador nacional de satélites. 

Ad Astra Per Aspera significa “A las estrellas, a través de las adversidades”, y es una adaptación de la frase de Séneca el Joven, en Hércules Furens: Non est ad astra mollis e terris via, cuya traducción es: “No hay camino fácil de la Tierra a las estrellas”. Esto, sin dudas, refleja la trayectoria de la empresa VENG, la que a lo largo de su historia tuvo (y tendrá) que atravesar numerosos desafíos para realizar su misión principal -y uno de los mayores desafíos científicos y tecnológicos del sector espacial argentino-: construir un lanzador espacial, el Tronador II. 

Desde hace más de 30 años, la Argentina trabaja para garantizar el Acceso al Espacio, a través de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y, más concretamente, desde la empresa VENG, la principal contratista de la CONAE para el desarrollo de prototipos de vehículos lanzadores satelitales. De lograrlo, nuestro país dominaría el ciclo completo de la industria espacial, que va desde el concepto y diseño de la misión, el ensamblaje, la integración y los ensayos y la operación de los satélites, hasta quizás uno de los ciclos más difíciles y complejos: el desarrollo de su vehículo de lanzamiento.

Así, el Tronador II es uno de los proyectos tecnológicos más ambiciosos de la historia de nuestro país. Un cohete con capacidad de colocar unos 500 kg a 600 kilómetros de altura. Con una longitud total de 28 metros, un diámetro de 2.5 metros (equivale a poner tres colectivos, uno arriba del otro, verticalmente) y una masa total de 70 toneladas al despegue, será por lejos el cohete más grande y potente construido en el país.


VEX1B lanzado 15 de agosto de 2014

Nueva etapa, nuevos desafíos

En marzo de este año comenzó una nueva etapa en VENG. A partir de la conformación de un nuevo Directorio, impulsado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, la empresa está abocada al fortalecimiento del programa de Acceso al Espacio. A su vez, avanza en sus otras líneas de negocio como la información satelital, el segmento terreno y los proyectos satelitales.

VENG tiene, además, la particularidad de ser mucho más que una empresa de servicios y desarrollos tecnológicos de alto valor agregado, con especialidad en la actividad espacial. Se trata de una compañía que hace escuela en ingeniería de punta. Con sus más de 20 años de experiencia, es cuna y casa de profesionales de renombre en la ingeniería nacional. Así, es el capital humano lo que diferencia a VENG y lo que posibilita finalmente alcanzar objetivos ambiciosos en términos técnicos. La compañía cuenta con una vasta experiencia en I+D y resolución de problemas complejos de ingeniería, adquirida a través de su participación en grandes proyectos del Plan Espacial Nacional de la CONAE.

No hay camino fácil de la Tierra a las estrellas

La historia de VENG se remonta a 1997, cuando por decreto se establece que la CONAE tiene que generar los medios de Acceso al Espacio y Servicios de Lanzamiento. Un año más tarde, se firma el estatuto de VENG S.A. (Vehículo Espacial Nueva Generación Sociedad Anónima), dando origen a la empresa nacional de Acceso al Espacio.

Tras casi una década de escasa o nula actividad, en 2007, durante el gobierno de Néstor Kirchner, la empresa se reactivó con los proyectos para desarrollar los cohetes Tronador I y II y, a partir del año 2011, con el incremento del presupuesto en ciencia y tecnología, se potenció el desarrollo aeroespacial en general y el proyecto Tronador II, en particular. En esos años se realizaron ensayos de vuelo mediante una serie de vehículos experimentales suborbitales llamados VEx, que tuvieron como objetivo la verificación de  componentes de los subsistemas de propulsión, aviónica y estructuras necesarias para el lanzador.

Entre 2016 y 2019, con la gestión de Mauricio Macri, el programa de Acceso al Espacio sufre un estancamiento importante, debido a la falta de presupuesto, lo que provocó el éxodo de ingenieros especializados y el retraso considerable en los ensayos y la fabricación de vehículos experimentales.

Los proyectos de Acceso al Espacio suponen un trabajo de largo plazo, con la conformación de equipos muy calificados. De ahí la importancia de convertir estos desafíos en políticas de Estado, de manera que no dependan de circunstancias políticas o cambios de gobierno, sino que el país acompañe de manera consistente estos esfuerzos para poder alcanzar, así, desarrollos relevantes. En este sentido, el compromiso que hoy expresa la Argentina respaldando la industria espacial es significativo y augura un panorama de importantes avances para nuestro país en esta materia.

Es importante destacar que solo diez países en el mundo cuentan con sistemas de lanzamiento propio, lo que le otorgaría a la Argentina un alto grado de independencia, a la vez que reforzaría la soberanía en materia espacial que se fue construyendo con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.

El Tronador II se trata, como se dijo más arriba, del primer lanzador satelital nacional, con el que se podrán poner en órbita satélites desde el suelo argentino. Este hito fundamental permitirá, por un lado, cubrir la demanda de lanzamientos para el Plan Espacial Nacional y, a su vez, ofrecerá a la Argentina innumerables posibilidades en su desarrollo como Nación con acceso al Espacio, por ejemplo, brindando servicios de lanzamiento a los países de la región.


VEX 5A lanzado el 20 de abril de 2017

Continuidad y diversificación

El lanzador satelital es la razón de ser de VENG y, Acceso al Espacio, su principal unidad de negocio y donde concentra sus mejores esfuerzos. Sin embargo, la empresa también ha decidido diversificar su actividad, de manera que sus equipos profesionales también trabajan en otras áreas importantes.

La empresa es la encargada del mantenimiento y operación de los satélites SAOCOM, así como de la comercialización de sus imágenes, donde tiene la misión de llevar los productos de los satélites argentinos al mundo. Para ello, cuenta con la representación exclusiva a nivel global de esos productos y trabaja con empresas internacionales reconocidas en el mercado de observación de la Tierra con información satelital. Allí se destacan los acuerdos realizados con empresas como la italiana E-Geos; Restec (Remote Sensing Technology Center of Japan) de Japón; y BSED (Beijing Smart Earth Digital) de China. También con la canadiense MDA y, finalmente, -en el marco de la feria Satellite que se llevó a cabo en la ciudad de Washington- con la estadounidense URSA Space.


Escena SAOCOM de la ciudad de Tokio, Japón

Por otra parte, VENG ofrece una amplia gama de servicios a operadores satelitales, a partir de las capacidades y ubicaciones únicas de las Estaciones Terrenas de la CONAE que la empresa opera, en las provincias argentinas de Córdoba y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

Otro de sus grandes desafíos es potenciar y aprovechar las capacidades reconocidas en torno a los sistemas satelitales. En ese sentido, VENG dio un salto cualitativo en su área de Proyectos Satelitales, al firmar un Memorándum de Entendimiento con la empresa finlandesa ReOrbit, con fin de desarrollar futuras misiones espaciales basadas en el enfoque NewSpace, que minimiza los costos no recurrentes (NRE) y el tiempo de desarrollo (time to market) con sistemas de alta confiabilidad. Este acto refuerza su visión de empresa de base tecnológica con perfil exportador y generador de divisas.

A su vez, VENG ha desarrollado el primer fatigómetro nacional para la industria aerocomercial. En este caso, para el avión Pampa IA-63 de FAdeA, la Fábrica Argentina de Aviones. Algo que antes sólo se adquiría mediante importaciones y que ahora puede comprarse en el país. Eso es también soberanía tecnológica.

Del mismo modo, VENG desarrolló para la industria petrolera unos detonadores que se activan de manera remota utilizados, por ejemplo, en Vaca Muerta. Se trata de dispositivos que sólo se conseguían importados, y este es el primer desarrollo nacional de esta naturaleza.

En el último tiempo, en el contexto de la pandemia de COVID-19, VENG asistió a los fabricantes de equipamiento médico para que puedan incrementar el volumen de producción en el corto plazo.

¿Para qué ir a las estrellas?

Ahora bien, es válido preguntarse: teniendo suficientes problemas en la Tierra, ¿no deberíamos preocuparnos primero por la basura en el mar o la emanación de gases tóxicos? La cuestión es que vamos al Espacio para solucionar problemas en la Tierra. Sin ir más lejos, utilizamos el Espacio para monitorear el medioambiente, la sobreexplotación de los recursos naturales, la gestión de los desastres naturales, la deforestación de selvas y bosques, la gestión del tráfico, entre otras funciones fundamentales para el cuidado del Planeta. La CONAE, por ejemplo, se especializa en Epidemiología Panorámica (prevención de epidemias), la que necesita del uso de información obtenida desde satélites para aplicaciones en salud pública. Los datos obtenidos pueden ser correlacionados, como sucede con ciertas variables meteorológicas (humedad del suelo, temperatura, etc.) para predecir y asociarlos con variaciones en los patrones de ciertas enfermedades. Así, se generan mapas de riesgo para evitar posibles epidemias.

Otra respuesta la encontramos en que la industria espacial genera un impacto positivo en una variedad de empresas proveedoras de la industria, así como en empresas que no son del sector, pero que hacen posible su desarrollo.

Estos desarrollos e innovaciones, aunque ajenos a la industria espacial, reflejan claramente la vocación innovadora de VENG, así como su compromiso con la industria nacional y con la ingeniería de calidad.

El diseño y fabricación del lanzador satelital Tronador II brindará a la Argentina la posibilidad de lanzar y poner en órbita sus satélites desde suelo argentino. Somos un país líder en la región en el diseño y fabricación de satélites, pero aún nos resta el desarrollo de un lanzador que nos posibilite satelizar cargas útiles desde territorio nacional. Allí radica la importancia estratégica de invertir recursos para crecer en el dominio de la tecnología orientada a lanzadores satelitales.

El camino a las estrellas no es fácil, pero estoy convencido de que vale la pena recorrerlo. Ese camino nos conduce a ser referentes de la industria espacial en Latinoamérica, ser promotores del desarrollo científico-tecnológico y, sobre todo, garantizar la soberanía espacial de nuestro país.

Juan Cruz Gonzalez Allonca

Es abogado por la Universidad de Buenos Aires (UBA) especializado en derecho espacial y magíster en Ingeniería de Sistemas de Información por la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). En la actualidad se desempeña como vicepresidente de Veng e integra el directorio de la CONAE, representando al Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación. Forma parte del Consejo de Coordinación de NETmundial Initiative y de la Asociación Latino Americana de Derecho Aeronáutico y Espacial (ALADA). Es docente de la Universidad Nacional de La Plata y de distintos posgrados en varias universidades. A su vez, fue Director Nacional de Protección de Datos Personales de la Argentina y fundó DerechoEspacial.org.