Ciencia Propia

La ciencia y la tecnología son el puente para el futuro y la soberanía.

Por Roberto Salvarezza.

Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires en Unidad Ciudadana. Doctor en Bioquímica por la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador superior del CONICET. Fue presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el período 2012-2015.

Cuando jóvenes estudiantes y graduados/as me convocaron a ser parte de este número, debo decir que además de destacar la necesidad de que se generen este tipo de proyectos editoriales para reflexionar e intercambiar acerca de la Ciencia y la Tecnología en nuestro país, haber sido convocado por una generación que se plantea estos desafíos en la actualidad da cuenta de que tenemos mucho por delante.

Hoy en día nuestro sistema científico/tecnológico se encuentra amenazado por las políticas que ejecuta un gobierno neoliberal y de carácter foráneo. Neoliberal en términos del rol del que cumple el Estado, activo para favorecer a sectores minoritarios -y poderosos- y pasivo para defender los derechos populares de las mayorías. Foráneo en su concepción política, económica, social y cultural porque no sólo obedece a intereses minoritarios internos, sino que además responde a condicionamientos externos.

Este gobierno nos propone un país agroexportador y de especulación financiera donde la tecnología es un bien que se compra en el exterior respondiendo a condicionamientos externos. En este contexto el desarrollo científico/tecnológico autónomo es innecesario. El gobierno, por lo tanto, busca recortar y ajustar paulatinamente a los actores involucrados en este desarrollo: las universidades y los organismos de ciencia y tecnología. ¿Para qué fomentar la innovación si la industria nacional es puesta a competir en condiciones desfavorables con las importaciones siguiendo las reglas del libre mercado? ¿Para qué desarrollar tecnología estratégica si la decisión es comprársela a los países centrales? Para este gobierno la inversión en ciencia y tecnología constituye un gasto innecesario.

Pero hay otras razones para recortar y ajustar a quienes generan conocimiento. El Gobierno ha declarado que el espíritu crítico, la herramienta fundamental de los científicos hace daño a nuestro país (Kornblihtt, 2017). Temen la crítica que desnudará las consecuencias de sus políticas. ¿Para qué formar científicos/as sociales que documentarán el incremento de desocupación, de la pobreza y la exclusión social que se genera como consecuencia de la desindustrialización del país? ¿Para qué formar científicos/as que alertarán sobre el impacto de las políticas restrictivas que ejecuta el gobierno en áreas tan sensibles como la salud pública eliminando programas estratégicos? ¿Para qué necesitan a los científicos/as que demuestran la vulnerabilidad de los sistemas informáticos que desean implementar y que atentan contra la continuidad democrática?

El ajuste presupuestario que sufre el área de ciencia y tecnología obedece entonces no sólo a razones económicas sino también políticas. De esta manera, se frena el crecimiento y consolidación de un sector estratégico para el desarrollo económico y social de nuestro país. Esta decisión llena de incertidumbre a miles de jóvenes científicos, universitarios y técnicos cuyo futuro se configuraba en contribuir con sus capacidades al desarrollo científico y tecnológico de nuestro país en el marco de la expansión del sistema llevada a cabo durante más de una década de gobierno.

Debemos recordar que en 2003 el gobierno de Néstor Kirchner recibe el sistema educativo/científico/tecnológico desmantelado y en plena fuga de profesionales altamente capacitados cuyo destino era continuar sus carreras en el exterior. En el contexto de un modelo de país basado no sólo en la actividad primaria sino en la industria nacional se tomó la decisión política de refundar el sistema a través de una inversión sostenida en educación, ciencia y tecnología y, desde lo simbólico, colocando al conocimiento como uno de los pilares del desarrollo del país. Así logró frenar el éxodo de científicos y comenzó una etapa de expansión que multiplicó por cuatro, en millones de dólares, los presupuestos de las Universidades y de los Organismos de Ciencia y Técnica en el período comprendido entre 2003-2015. De forma sostenida y planificada el número de investigadores del CONICET creció a una tasa del 10% pasando de 3.500 en 2003 a 9.200 en 2015. En dicho período también se pasó de 2.200 becarios a 10.000 y de 100 centros de investigación a 220 presentes a lo largo y ancho del país. Desde el Estado Nacional se realizó un inédito proceso de inversión en infraestructura, nuevos edificios y equipamiento, con la construcción de más de 40 nuevos edificios institutos (190.000 m2).

Esto fortaleció el desarrollo del sistema científico y tecnológico nacional con profesionales capaces de aportar al desarrollo local en ciencia, tecnología e innovación. Al finalizar el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, quien crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación Productiva (MINCyT) en diciembre de 2007, Argentina contaba con 3 investigadores por cada mil habitantes de población económicamente activa (PEA). Es el mejor número de Latinoamérica pero que debía aún incrementarse para alcanzar las cifras que poseen los países más desarrollados cuyas cifras oscilan entre 8-10 investigadores por cada mil habitantes de PEA. El gobierno de Mauricio Macri, quien había prometido a los argentinos duplicar el financiamiento del sistema de ciencia y tecnología durante la campaña electoral, lo recortó en su primer Ley de Presupuesto. Lejos de seguir apostando a la ampliación e inversión del sector generó políticas de expulsión de científicos, que nos expone a una nueva fuga de cerebros y además reduce las posibilidades que retornen al país investigadores que hoy están en el exterior. De concretarse este éxodo de profesionales sería la quinta en nuestra historia reciente, y sabemos qué significa: el quiebre de los puentes hacia el futuro en términos de desarrollo científico y tecnológico.

La preocupación generada por estas nuevas políticas de retroceso aplicadas al sistema científico fue manifestada tanto por la comunidad científica argentina como por la comunidad internacional. En términos locales, se han realizado, y continúan, numerosas manifestaciones que describen con claridad el recorte al sector, la incertidumbre y la falta de perspectivas de futuro.

Este número de Ciencia Propia realiza un aporte valioso sobre este tema con una descripción completa y federal de los acontecimientos que motivaron la toma del MINCyT a fines del 2016 (principalmente motivada por el recorte al ingreso a la carrera de investigador/ra de CONICET) con el aporte de investigadores de distintos puntos del país.

Para este número de la revista Ciencia Propia a la que me han convocado, se trata el tema de la soberanía como un eje. ¿A qué nos referimos con Soberanía? Cuando hablamos de soberanía no sólo nos debe remitir a un Estado independiente en términos políticos, sino también a un país que genere un desarrollo científico y tecnológico que permita llevar adelante una economía próspera, con desarrollo productivo e inclusión social. Hablar, como nos acercan los artículos a continuación, de satélites nacionales en el espacio, educación superior como derecho humano y social, producción pública de medicamentos con interés nacional y social, la ampliación del espacio marítimo argentino, la apropiación del lenguaje desde nuestra identidad, son construcciones realizadas desde distintas áreas del conocimiento -interrelacionadas- que se pueden pensar y decodificar desde un mismo hilo conductor: la construcción de un sistema científico-tecnológico nacional como pilar de nuestra soberanía.

Celebro este nuevo número de Ciencia Propia y agradezco la invitación a escribir estas líneas. Hoy nuestro pueblo está sufriendo un verdadero retroceso en materia económica, social y cultural, por lo que es necesario estar a la altura de las circunstancias para defender y resolver los problemas que estamos padeciendo como sociedad. El gobierno de la Alianza Cambiemos da un falso discurso de “no volver al pasado” porque lo que nos propone no es el país del futuro sino que con estas políticas de ajuste que se están implementando, el único futuro que se avecina es volver al 2001.

Estos espacios de discusión y reflexión son fundamentales para dar cuenta de lo que está ocurriendo. Debemos debatir, generar intercambios y así fortalecer nuestro ámbito que no es ajeno a la realidad política, y de eso tenemos que hacernos cargo. Así como estamos no vamos bien. Necesitamos de nuestra Ciencia Propia más viva y más activa que nunca para dar respuesta a los problemas de la ciudadanía y volver a tener futuro.

Referencias Bibliográficas
Kornblihtt A. 2017. Where science and nonsense collide. Nature 541, 135.

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Roberto Salvarezza

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