Por:
*Anabella Rondina, Especialista en Gestión Estratégica de Diseño, Directora de la Carrera de Diseño Industrial, Profesora Titular de la materia Diseño Industrial, Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo, UBA.
*María Eugenia Vilá Diez, Diseñadora Industrial, Profesora Adjunta Cátedra Rondina, Diseño Industrial, FADU, UBA.
RESUMEN
El Diseño es una disciplina que estimula el desarrollo de una identidad propia, buscando soluciones culturalmente representativas a las necesidades de nuestro país. El diseño Industrial aporta al desarrollo económico y a mejorar la calidad de vida de las personas. Si bien muchas veces no es percibido por la industria local como un factor estratégico que pueda mejorar su competitividad, desde la Universidad Pública nos esforzamos por formar Diseñadores que sean actores del desarrollo industrial del país.
A nivel global, el diseño industrial ya no es considerado como una función estética asociada a “lo que está de moda”. Es, por el contrario, entendido como parte integral del proceso conceptual y productivo de muchas empresas. Según la reformulación de su definición realizada por el “Concilio Internacional de Asociaciones de Diseño Industrial” (ICSID) en 2015: “El diseño industrial es un proceso estratégico de resolución de problemas que impulsa la innovación, genera éxito en los negocios y conduce a una mejor calidad de vida a través de productos, sistemas, servicios y experiencias innovadores.”
El diseño industrial no es una actividad puntual y aislada, sino un conjunto de acciones que pueden y deben gestionarse con metodologías sistemáticas, haciendo uso de las oportunidades que ofrece el entorno en cuanto a tecnología y capacidad creativa. Involucra no solo las necesidades de la empresa sino también las características del mercado, la cultura, la política y el crecimiento económico particular de cada lugar.
En nuestro país, en donde proliferan las “tiendas de diseño” que venden infinidad de objetos de autor, en su mayoría del rubro “bazar”, es difícil que la industria comprenda el valor y el potencial del diseño industrial como actividad proyectual creativa en todo el proceso productivo. Es complejo que, por ejemplo, un empresario del sector metalmecánico o que genera equipamiento para el sector de la salud perciba el valor que el diseño puede otorgarle a su sector cuando éste queda sesgado a tipologías muy lejanas a sus rubros específicos. Muchos diseñadores, ante la falta de demanda de sus servicios en los sectores productivos han utilizado una industria semi-artesanal, en la mayoría de los casos gestionada por ellos mismos para materializar productos de su autoría. Es lo que localmente se conoce como “diseño de autor”.
Desde el Estado se han generado políticas de promoción del diseño mediante la formación de diferentes organismos que tiene entre sus funciones “promover la incorporación de diseño en el tejido productivo a partir de estimular la vinculación entre diseñadores y empresas y promover al diseño como herramienta para el fortalecimiento de la competitividad industrial”. Sin embargo, los procesos de incorporación de diseño en los sectores productivos no suceden de un día para otro, requieren de inversión por parte del sector privado no sólo para el diseño de nuevos productos o el rediseño de los existentes, sino para la compra de tecnología apropiada y la formación de oficios calificados que puedan construir aquello que se ha pensado desde el diseño. Estas instituciones estatales se han formado a partir de la crisis del 2001 y han ido fluctuando en su accionar y recursos dependiendo de los cambios políticos ocurridos desde entonces.
En la carrera de Diseño Industrial de la Facultad de Diseño de la Universidad de Buenos Aires, nos esforzamos por formar Diseñadores que sean actores del desarrollo industrial del país, capaces de abordar los temas locales. Profesionales competentes para ofrecer soluciones a necesidades de la sociedad mediante el diseño de productos en lo relativo a su función, uso, morfología, estética, significación y producción.
Los egresados de la carrera tienen una sólida formación en el conocimiento científico y técnico existente que les permite comprender e interpretar el contexto sociocultural y los escenarios económicos, políticos, tecnológicos y medioambientales en que esos productos van a intervenir. También son capaces de visualizar, anticipar y conceptualizar los problemas del medio con el fin de producir soluciones de diseño innovadoras y posibles de ser replicables en el escenario local.
El Diseño Industrial es una disciplina basada en el pensamiento proyectual, una forma de pensar y de hacer. Se construye en la práctica y con la reflexión sobre la práctica.
El desafió de la carrera es formar Diseñadores que valoren el trabajo en equipo, ya que la división de roles suma perspectivas: “saber hacer y pensar con otros”. Diseñadores que desarrollen productos con sentido, que tengan impacto en la realidad y que sean soluciones a necesidades reales. Pero, sobre todo, Diseñadores con compromiso y amplitud, con un criterio personal, particular y comprometidos con su entorno, capaces de desarrollarse en los diferentes ámbitos de competencia de nuestra profesión.
Como profesionales del diseño y como educadores de nuevas generaciones, nos vemos en la obligación de preguntarnos ¿Para quiénes diseñamos? y ¿Qué diseñamos? En una sociedad en donde proliferan los objetos que dan respuesta a necesidades creadas desde acciones de marketing, creemos fundamental fomentar el pensamiento proyectual sobre problemáticas locales y reales. Abordando temáticas de amplia incidencia en nuestra sociedad: salud, discapacidad, tercera edad, infancia, desarrollo local, energías, transporte, entre tantas otras posibles y nuevas por venir.
En este sentido, nos enorgullece la experiencia llevada a cabo por ex estudiantes de nuestra Facultad de Diseño a través del proyecto conocido como “Qunita”. El kit Qunita fue un plan implementado por el Ministerio de Salud del Gobierno Nacional que proponía un “comienzo de vida equitativo”. Así se puede leer en las primeras páginas de la “Guía de cuidados para la mamá y el bebé” que se entregaba con cada kit. Incluía un moisés, ropa para el recién nacido, escarpines, chupete, termómetro, ropa de cama para la mamá, protectores mamarios, pañales, libros de cuentos, cambiador, mochila para transportar al bebé, sonajero y un saco de dormir, entre otros artículos que se entregaban todos en un bolso que permitía el transporte desde la maternidad hasta la casa de cada una de las familias.
La idea original que dio forma a este proyecto, a esta política de salud, se gestó en los pasillos y las aulas de la Universidad Pública, la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.
En un Taller de Diseño Industrial (Cátedra Rondina, Diseño Industrial 3, año 2012) se expuso como referente de un ejercicio el ejemplo de las cajas de cartón y el ajuar de bebé que se entregan en Finlandia. Este referente fue debatido ampliamente en la clase y abordado desde varios ángulos.
Al año siguiente Santiago Ares y un grupo de compañeros estudiantes de la Cátedra deciden retomar el tema y empezar a diseñar un moisés con el objetivo de llegar a presentar el proyecto a las autoridades nacionales.
En es así que se contactan a sus docentes de la carrera para comentarles la idea y les presentan los primeros bocetos.
La materialidad del moisés se definió desde el inicio en que no podía ser de cartón, como el referente finlandés, ya que los ámbitos o contextos nacionales en donde imaginaban el moisés podían tener pisos sin terminar o de tierra y el cartón no permitiría una correcta aislación.
Desarrollan varios prototipos funcionales que probaron y fueron de utilidad para mejorar el resultado final.
Cuando obtuvieron un prototipo funcional avanzado, lograron hacer llegar un moisés y un documento que explicaba el proyecto (mencionando el referente finlandés y otros referentes internacionales) a la Presidenta de la Nación.
El Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Salud, decidió avanzar con el proyecto e implementarlo como un Kit de nacimiento para entregar a las madres que recibían la Asignación por Embarazo. Para recibir el kit era condición que las embarazadas cumplieran con 5 controles prenatales.
Los diseñadores fueron convocados por las autoridades del Ministerio de Salud para cerrar el desarrollo del moisés y participar en los aspectos generales del diseño del Kit: instructivos, comunicación, ilustraciones, estampados, accesorios (bolso, mochila), entre otros.
La estructura del moisés se materializó en tableros de fibra de madera, MDF de 5,5 mm. La terminación de las piezas está realizada con pintura sin plomo atóxica que impermeabiliza los componentes. Los vínculos están compuestos por cintas de polipropileno con costuras reforzadas, traba anzuelo y sistema de doble fijación con velcro y encastre por botón de presión metálico.
El moisés fue pensado para que responda no solo a necesidades médicas para un comienzo de vida equitativo, sino que fue creado pensando en el transporte, en la logística, tanto desde la fábrica a las maternidades como desde la maternidad a la casa por la madre. Los componentes de carpintería de cada moisés tardan de 8 a 10 minutos en fabricarse y desarmado tiene solo 2.5cm de alto. Qunita es innovadora porque no se necesitan herramientas ni pegamentos para armarla (incluye un instructivo muy fácil de entender, con ilustraciones que explican paso a paso). Está diseñado y fabricado para ser usado durante los primeros 6 meses de vida.
Todos los componentes del kit fueron diseñados por el equipo de POLENTA, como se llamó el estudio que fundaron Santiago Ares y sus compañeros de la FADU. Las ilustraciones de las prendas de vestir, los estampados de la ropa de cama, del bolso, incluso la tipografía utilizada en los elementos impresos fueron cuidadosamente desarrollados por profesionales egresados de nuestra Universidad Pública.
Santiago Ares falleció en 2015, pero llegó a ver este proyecto hecho realidad. Cada kit de Qunita entregado logró un comienzo de vida mejor para un niño.
La educación pública, de la cual nos sentimos más que orgullosos, pone de relieve, en este caso dos aspectos: destaca a estudiantes formados desde el diseño para pensar en las necesidades reales de las personas, especialmente de aquellas que están fuera de las variables económicas del mercado y pone de manifiesto la importancia de la universidad pública (y gratuita) pensando temas vinculados a la realidad local.
Bibliografía
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