Ciencia Propia

Entrevista a Adrián Paenza

“Hay que llevar la Universidad a la calle, necesitamos que el conocimiento se socialice”

Resumen

“Todos los niños nacemos con un montón de destrezas, ahora ¿cómo hacemos para descubrirlas?”, se pregunta Adrián Paenza, matemático y periodista. Entrevistado por Ciencia Propia, el ganador del Premio Leelavati a la divulgación científica en el año 2014, nos contó cómo vivió los progresos en ciencia y tecnología durante el período 2003/2015.El ex conductor de “Alterados por Pi”, el programa de TV que difundió la matemática en toda la Argentina, relató cómo desde el gobierno kirchnerista se realizaron políticas para dar impulso a la ciencia, mejorar el acceso a la información y achicar la brecha digital. Remarcó que en ese momento “la Argentina estaba siendo pensada” a partir de nuestras necesidades, desigualdades y capacidades, que había un proyecto de país que incluía y requería el desarrollo de la ciencia y la técnica. Luego hizo un contraste con la actualidad donde ve un retroceso general en las políticas del Gobierno Nacional, a la vez que reafirmó con optimismo la posibilidad de aprender y acumular experiencias en lo que estamos viviendo de cara al futuro.

Entre el 2003 y el 2015 el sector de la ciencia y la técnica se vio fortalecido debido a distintas políticas llevadas a cabo por el Gobierno de Néstor y Cristina, vos fuiste un actor relevante en ese proceso…

Por supuesto,  y creo que ahora se nota mucho, incluso más que cuando sucedían los acontecimientos. Durante ese período se dió un cambio en la postura a nivel de los gobiernos respecto al Sistema de Ciencia y Técnica [SCyT] que nunca creí que iba a vivir. En la historia argentina nunca había ocurrido, salvo en la época de Rolando García y Manuel Sadosky, momento que yo era muy jóven (recién ingresaba a la facultad, año 1964) y no tenía noción de los que estaba aconteciendo. Fue una época muy particular, luego el advenimiento de las distintas dictaduras militares y de gobiernos neoliberales para los que la ciencia nunca fue una prioridad, nunca la entendieron, siempre fue considerada un gasto.  Yo sentí ese cambio de lógica el día que me llamó Néstor [Kirchner] y me dijo que quería conversar. Me pidió que juntara un grupo de cientìficos argentinos, que quería hablar con ellos. Me encargó especialmente: “no los traigas a la casa Rosada, vayamos a otro lugar, porque yo los quiero escuchar a ellos, no que ellos me escuchen a mí”.

¿Cuál fue el motivo de ese encuentro?

En un primer momento yo no sabía exactamente qué era lo que [Néstor] quería. Había conversado en otras oportunidades con él, pero no tenía una relación que me permitiera entender hacia donde apuntaba. Esto fue a fines de 2003, llevaba un año en función y no estaba claro aún su proyecto de gobierno. Cuando estuvimos sentados ese día en la reunión dijo “no puede ser que un becario de CONICET gane 800 pesos”, nunca me olvidé ese número, “es una vergüenza” reforzó. A los tres meses, el investigador Gabriel Rabinovich salió en la tapa de la revista Nature Cell, por lo que fuimos convocados a la Casa Rosada junto a periodistas científicos. Al entrar a la reunión el presidente me miró desde lejos y me gritó “te dije que íbamos a hacer algo con eso”. Había aumentado el dinero para los becarios a $1200, es decir un aumento del 50%. En términos relativos, era una barbaridad. Esto lo consideré un síntoma muy importante, indicativo de que algo estaba pasando en la Argentina. Y no es que había una Carpa Blanca  frente a la Casa Rosada pidiéndole que aumentará las becas, fue de motu proprio.

¿Considerás que el aumento en el estipendio de la beca fue correlativo a la importancia que comenzó a darle el gobierno al SCyT?

Para que se den un a idea, yo conocí a todos los presidentes argentinos desde que  soy adulto, salvo a los que fueron militares. No tengo en claro que todos ellos supieran bien qué era el CONICET. Vamos a suponer que sí. Lo que estoy seguro es que la mayoría de ellos no sabía que el Consejo Nacional de  Investigaciones Científicas y Técnicas tenía becarios. Después, que no sé si era de su interés cuánto ganaban los becarios. Y acto seguido, que estando enterados de lo que le pasaba a los becarios y el dinero que ganaban, les interesara aumentar el estipendio y hacerlo un 50%.

Otro signo importante fue cuando nos encontramos de casualidad y le comenté de un proyecto se estaba desarrollando en Estados Unidos, donde vivo, y que consistía en la distribución gratuita de laptops a los estudiantes y se entusiasmó profundamente con la propuesta.

¿Ese proyecto fue la semilla de “Conectar Igualdad”?

Sí, pero con algunas variantes. Me enteré de ese proyecto por Nicolás Negroponte del MIT, en Boston. Entonces lo llamé por teléfono a Filmus, que en ese momento estaba en el Ministerio de Educación, le conté y él me dijo “te nombro ahora representante argentino…” a lo que respondo “no, no, a mí no me nombres nada, ustedes invítenlo a Negroponte si les interesa” y efectivamente así fue. Semanas más tarde estuve en el encuentro que tuvo Kirchner con Negroponte tratando de buscar la manera de que el país consiguiera laptops para que se distribuyeran gratuitamente a todos los chicos de la Argentina.

Finalmente el proyecto se concretó,  no con Negroponte, pero no importa eso, lo destacable es que había una intención, no de hacer un negocio sino de acortar la brecha entre los privilegiados (como yo que tenemos acceso a todo) y los chicos que estaban privados de la posibilidad de saber lo que está sucediendo hoy, en el siglo XXI, porque no les damos acceso a la educación digital.  El presidente lo entendió perfectamente, y por supuesto, después eso se vio continuado con el gobierno de Cristina.

¿Cómo se entiende la relación entre el plan Conectar Igualdad y el concepto de soberanía?

Justamente, para que haya soberanía uno tiene que darle posibilidades y acceso a la información a los chicos. Por supuesto que primero hay que alimentarlos y garantizarles la salud, porque son derechos humanos a los cuales el Estado no puede renunciar. Nosotros no tenemos noción, vivimos en una burbuja y creemos que todo el mundo tiene celular con acceso a internet, y eso no es cierto. Viajé mucho por el interior de la Argentina por motivos laborales y recuerdo una anécdota que refleja muy bien estas realidades. Ocurrió en una de las grabaciones de “Alterados por Pi”, el programa de matemática con el que recorrimos gran parte del territorio. Ese día estábamos en un pueblo, el paisaje era espectacular, estaban los chicos afuera, se había montado una suerte de estudio. Era una fiesta, la televisión llegaba y era una cosa maravillosa.  Antes de iniciar la grabación necesité ir al baño y el lugar donde estábamos no tenía, entonces, fui a una escuela cercana. Nadie me estaba esperando, nadie sabía quién era en la escuela. Cuando entré, había una cantidad de chicos sentados en un patio con las laptops. En ese el lugar no había internet, no hasta que no llegó justamente el tema del ARSAT y la oportunidad de tener la fibra óptica para que permitiera el acceso a internet, entonces los chicos se habían generado una intranet. O sea, se conectaban entre ellos. Eso no me lo prepararon a mí porque no sabían que yo estaba. Yo no lo podía creer, de hecho grabé unos pequeños videos con mi teléfono justamente porque sino es muy difícil de creer eso. Parece que por mi posición política o mi ideología o lo que fuere yo voy a buscar una manera de contar una historia que no es. Esto que les estoy contando pasó y yo lo puedo decir con mucho orgullo, fue una cosa extraordinaria.

Ya que mencionás ARSAT, ¿Dirías que se puede hablar del período 2003-2015 como una época de grandes proyectos?

Sí, se puede hablar de grandes proyectos, por supuesto, porque el ARSAT es un gran proyecto –y espero que lo siga siendo a pesar de los esfuerzos que hace el actual Gobierno para destruir todo- pero, esencialmente, fijense como si uno empieza a reconstruir el tejido desde abajo, entonces necesita estos proyectos más grandes, para que después tenga sentido que llegue internet, y que tenga acceso todo el mundo. Para entender la relevancia de ARSAT, tenés que tener con qué verlo, necesitas tener la tecnología adecuada. Entonces cuando uno tiene el compromiso de incluir a todos los niños de la Argentina, que por el simple hecho de estar ahí tengan la educación, la salud y además el acceso a la tecnología digital, asistimos a una forma de generar soberanía, porque de otra manera estamos siempre distantes. Es esa separación brutal que nuevamente se empieza a visualizar en estos días entre aquellos que, como yo, tenemos acceso a las tecnologías, a la información y la posibilidad de estar conectados con el mundo, y los que no tienen esa posibilidad.  Si yo no tengo el celular, vuelvo a mi casa, porque me siento como si anduviera desnudo.

Bueno, para alguna gente no es así, la vida no les pasa por ahí. Entonces haber entregado las laptops es haber abierto una ventana al mundo. No se puede poner solamente en términos intelectuales. Yo se los puedo contar, ustedes se pueden conmover y los que no lo saben dicen “uy, mirá qué barbaridad”, pero después sigue la vida por otro lado. Sin embargo, a esa gente le cambias la vida. Realmente les cambió la vida a esos chicos. Por ejemplo, en un lugar donde no había electricidad, se les entregaba un generador portátil que se distribuía con las máquinas, que era la manera de cargar las laptops. Era como una batería a cuerda, dándole vuelta a una palanqueta. Entonces, todas estas cosas, son cosas que no puedo decir que están minimizadas, están escondidas, porque no están en el gana-pierde de todos los días. Pero fueron decisiones muy importantes en la historia en los últimos doce años en la Argentina. Y yo, que cumplí 68 años, pensé que esto no lo iba a ver.

¿Qué lectura hacés del cambio de orientación de las políticas implementadas desde el actual Gobierno Nacional?

Veo un retroceso, es un golpe muy fuerte para todos. Pero vamos a aprender de todo esto. La gente joven, todos ustedes, son los que tienen que hacer la revolución en ese sentido. En estos años vivimos una cantidad de experiencias, aprendimos un montón de cosas y las vamos a aprovechar. Lo de ARSAT es extraordinario, o el desarrollo de semillas con Raquel Chan (desarrollo de cultivos resistentes a sequía y salinidad), la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, más allá de los vaivenes con el ministro Barañao. Las personas van a dejar de estar, pero las instituciones van a seguir. Ya se sabe que eso es posible, más allá de las discusiones y los problemas, uno va para adelante y otras veces va para atrás, el camino no es lineal.

Volviendo a la ampliación de soberanía que significó el impulso a diversos proyectos científico-tecnológico, ¿Qué proyectos o concepciones te parece necesario rescatar, además de ARSAT, pensando tal vez en el mayor hito tecnológico nacional?

Efectivamente, puesto en esos términos, es posible que para el país especialmente el tema del ARSAT o la política satelital, la política de radares sean de los de mayor relevancia, pero hay una cantidad de cosas que son muy difíciles de mensurar. Fue muy importante lo del ARSAT porque primero, significaba haber generado trabajo, dependiente de la ciencia argentina. Que abarcaba el nivel científico propiamente dicho, el  tecnológico, además la de ingeniería para su construcción y la cantidad de personas que participaron en este desarrollo. Pero además, puso a la Argentina en un lugar muy privilegiado entre los ocho o nueve países del mundo que tienen la tecnología para hacer esto y eso es maravilloso.

Hubo mucha gente que había trabajado en estos temas para otras compañías y que de pronto vieron que todo lo que habían pensado, estudiado, producido, etc., de pronto pareció tener un valor que es muy difícil de explicar, porque lo tenían como si fuera en un cajón que nunca necesitaron abrir. Pero cuando de pronto hizo falta, todo ese know-how, toda esa capacidad que estaba dormida, de pronto emergió y, de forma casi prepotente, se sentó arriba de la mesa y zapateando para poder decir “nosotros tenemos la tecnología y tenemos el conocimiento como para poder hacerlo”. Ahora, ¿Es más importante lo de las laptops que lo de ARSAT? No sé, y no importa. ¿Por qué tienen que competir? ¿Por qué tiene que ser uno u otro? Son cosas complementarias, es necesario hacer ambas cosas. Digamos, es necesario hacer todo lo que haga falta como para mejorar las condiciones de la distribución de la riqueza material en el mundo que es obviamente muy injusta. Pero también la distribución de la riqueza intelectual es muy injusta.

Nosotros tenemos acceso a la información, al conocimiento, tenemos acceso a lo que queremos. ¿Por qué nosotros? ¿Por qué me toca a mí? ¿Por qué no es para todos? ¿Por qué no tenemos todos las mismas condiciones que nosotros? Todos los niños nacemos con un montón de destrezas, ahora ¿cómo hacemos para descubrirlas? Mis padres las pudieron descubrir y nos dieron las oportunidades a mi hermana y a mí. ¿Y los niños que no nacen en hogares como el nuestro? Y yo era de clase media baja. Pero estaba con mis padres que hicieron un montón de cosas para que nosotros pudiéramos estudiar, prepararnos, educarnos. Mi vieja me llevaba a patinar sobre el hielo, y no nieva en Buenos Aires. En mi casa había una cantidad, una oferta, un menú de posibilidades muy grande. Cualquier niño que hubiera nacido en mi casa, no sé si hubiera sido matemático o periodista, pero ciertamente hubiera encontrado cuál cosa de todas era su taza de té, qué era lo que más le interesaba. Lo hubiera descubierto seguro. Porque en mi casa, en el menú estaba todo. Ahora, hay un montón de niños que a lo mejor en este momento están limpiando un parabrisas. A lo mejor hay una nena que es Marta Argerich en potencia y no sabemos, no tuvimos oportunidad de que lo descubra, no lo tuvo en el menú. O a lo mejor no va a ser ninguno de todos los genios pero va a tener un trabajo haciendo lo que le gusta, ¿Qué importa si es el mejor? ¿Premio Nobel? No interesa.

¿Cuáles son las claves para lograr soberanía científica-tecnológica, y que además esté al servicio de las necesidades del pueblo?

Lo interesante sería poder pensar el país. Por primera vez, y esta es una de las cosas que yo le decía a Barañao, en el momento en que hablaba con él, la Argentina estaba siendo pensada. Me junte varias veces con Néstor y con Cristina para pensar, no por mí, no porque yo pudiera pensar nada, pero con la intención que tenían ellos de ver qué es lo que se podía hacer. La cantidad de dinero que hay en un país no es infinita, no podemos hacer todo: hay que elegir. Elegir es hacer política, primero qué va a hacer uno, ¿adquiere compromisos externos para después endeudarnos para siempre, como ha sucedido, y después pagar esa deuda externa de forma maquiavélica? Bueno, es una forma de hacer política. Si uno está interesado en la deuda interna, también es una forma de hacer política. Elegir qué investigar, dónde ponemos el acento, qué es lo que más necesitamos: nanotecnología, biogenética, criptografía, software. ¿Qué es lo que necesitamos? ¿Necesitamos más médicos, necesitamos menos abogados? ¿Qué es lo que necesitamos? Todo eso hay que pensarlo, hay que diseñar políticas. Y las políticas no son estables tampoco, van cambiando porque hay muchas cosas que suceden: hay cambios tecnológicos que modifican lo que uno va a pensar. Esto también ha sucedido en los últimos diez o quince años con las redes sociales, las computadoras, celulares, teclados digitales, etcétera.

Yo entiendo que la soberanía es que esto esté accesible para todos, que no se quede ninguna persona afuera y el que quedó afuera que sea porque eligió quedarse afuera. No está mal quedarse afuera, si alguien lo decide, tengo amigos que no quieren tener celular y los entiendo. Yo les digo que es como si quisieran ir a caballo en lugar de ir en avión, pero bueno, es su elección. Ahora, es una elección, es la voluntad de ellos no tener teléfono celular, no es una cosa que le determinaron las condiciones del entorno.

Con esta caracterización que va desde pensar al país hasta permitir a todos y todas en tener la posibilidad de acceder a la tecnología, ¿Cómo se logra una síntesis para lograr estas metas?

Bueno, tengo justamente la alternativa de poder ver, dentro de mis posibilidades, parte de lo que sucede en el mundo. Pero hay gente que ni siquiera tiene acceso a saber qué es lo que no tiene, ya ni hablemos de necesitar lo que le falta porque ve que lo tiene el otro. Hay gente que ni siquiera sabe lo que existe para otros, en otros lugares. Entonces, es necesario generar los vasos comunicantes, por eso hay que llevar la Universidad a la calle, por eso necesitamos que el conocimiento se socialice. No está bien que yo sepa algo y no lo comunique, no lo comparta.

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