Ciencia Propia

Complejización Productiva, Desarrollo Autónomo de Tecnología y Sistema Científico

Por Eduardo Dvorkin

Retomar, a partir del 10/12, el camino del Desarrollo Inclusivo implicará aumentar el valor agregado de la producción argentina, complejizando nuestra matriz productiva y simultáneamente aumentar en forma continua la participación de los trabajadores en la distribución del ingreso.

Contrariamente el camino que transitan los países de alta industrialización, como puede verse en los gráficos que compila el investigador francés Thomas Piketty [1], es el de aumentar el valor agregado de la producción disminuyendo continuamente la participación de los trabajadores en el ingreso.

Para complejizar la producción y desandar el camino de reprimarización de Cambiemos, se deberán tomar decisiones de política tecnológica (estilo tecnológico [2]) y para avanzar en los niveles de igualdad distributiva se deberán tomar decisiones de política económica y social y ambos conjuntos de decisiones configuran el modelo de país [2].

Para solamente cumplir con el objetivo de complejización productiva existen tres estilos tecnológicos posibles:

  1. Delegar el desarrollo tecnológico en empresas multinacionales para que aporten su tecnología, es decir, reforzar la dependencia tecnológica la que mediante diversos mecanismos involucra una permanente fuga de capitales [3]. Las multinacionales no localizan en el país sus cadenas productivas y la dependencia respecto de los proveedores que imponen, compatible con su división internacional de la producción pero no con nuestros intereses como país, hacen que por un lado no se desarrollen capacidades productivas nacionales y por otro lado que la integración del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (SNCyT) con el sector productivo tienda a ser nula [4]. Este es el camino que tomó el gobierno de Cambiemos y es incompatible con el aumento de la participación de los trabajadores en el ingreso, ya que cuanto más se produce más divisas pierde el país.
  2. Delegar el desarrollo tecnológico en asociaciones entre empresas nacionales (públicas o privadas) con multinacionales. Es imprescindible tener en cuenta que en un emprendimiento tecnológicamente complejo, el dueño de la tecnología maneja el negocio independientemente de su participación en el capital. Este segundo camino provoca inexorablemente las mismas consecuencias que el anterior.
  3. Basarse en el desarrollo autónomo de tecnología por parte del complejo conformado por empresas estatales, pymes nacionales y el SNCyT. Este fue el camino que permitió complejizar la matriz productiva argentina durante las presidencias de Juan Domingo Perón, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. En los tres casos la gran traba que limitó las posibilidades del desarrollo autónomo fue la restricción externa. En el próximo gobierno progresista, para evitar que vuelva a truncarse el proceso de desarrollo autónomo por la restricción externa, el control estatal sobre los flujos de capitales deberá figurar prioritariamente en la agenda.

El rol central en este proceso de Desarrollo Inclusivo; por las inversiones que se requerirán, por los largos períodos de retorno del capital y por los riegos económicos involucrados; solamente podrá ser asumido por el estado nacional [3]. Que el estado cumpla un rol central en el desarrollo tecnológico no es, como pretenden hacer creer los sostenedores del proyecto nacional neoliberal-periférico, una característica de los países de capitalismo tardío como el nuestro; es la base de los procesos de innovación tecnológica en los países de alto desarrollo industrial [5] [6].

Es fundamental tener en cuenta que no hay reservorios de conocimientos tecnológicos, imprescindibles para desarrollar autónomamente tecnología, sin un sistema científico que los sustente y los alimente. Es necesario para avanzar en el desarrollo inclusivo tener los reservorios de conocimientos científicos y tecnológicos disponibles, pero esos reservorios no residen en una web ya cristalizados, sino que están compuestos por la sumatoria de las capacidades de análisis de los científicos argentinos activos y residentes en el país.  

La pregunta que sigue es ¿hay ramas de la ciencia en las que el nuevo gobierno deberá invertir y ramas en las que no?

Las metodologías que desarrollan los científicos básicos en ciencias exactas y naturales para temas como modelado computacional o simulaciones de laboratorio, sin duda son imprescindibles en el trabajo diario de los tecnólogos.

¿Podemos pensar que en el país puedan encararse temas complejos como la minería o el fracking sin  la participación de científicos sociales? ¿Podemos pensar que las ciencias sociales no intervengan en la elaboración de la compleja relación entre desarrollo tecnológico y avance de los niveles de inclusión e igualdad?

¿Es deseable un país, sin un desarrollo autónomo en humanidades, en el que el desarrollo cultural quede bajo la responsabilidad de Netflix? ¿Es deseable un país en que las metodologías de enseñanza sean simplemente importadas?

Toda la ciencia es imprescindible.

Lo anterior no implica que a lo largo del tiempo no se distribuyan los presupuestos en forma no uniforme en base a las prioridades que surjan de las políticas que se implementen, aunque siempre manteniendo a todas las ramas científicas en condiciones de funcionamiento. No fijar prioridades es no hacer política científica y eso es tan dañino como dejar que sean “los mercados” los que decidan si el esfuerzo productivo se concentrará en el cultivo de malvones o en el diseño de robots [7].

Bibliografía

  1. T. Piketty, Capital in the Twenty-First Century, Cambridge, MA: The Belknap Press of Harvard University press, 2014.
  2. O. Varsavsky, Estilos Tecnológicos – Propuestas para la selección de tecnologías bajo racionalidad socialista, Buenos Aires: MinCyT, 1974 (reeditado en el 2013).
  3. E. Dvorkin, ¿Qué Ciencia Quiere el País? Los estilos tecnológicos y los proyectos nacionales, Buenos Aires: Colihue, 2017.
  4. E. Dvorkin, «El complejo automotor después de Macri,» El Cohete a la Luna, 23 octubre 2018.
  5. M. Mazzucato, The entepreneurial state, Demos (www.demos.co.uk), 2011.
  6. M. Mazzucato y G. Semieniuk, «Public financing of innovation: new questions,» Oxford Review of Economic Policy, vol. 33, nº 1, 2017.
  7. E. Dvorkin, «Malvones o Robots,» El Cohete a la Luna, 17 Febrero 2019.
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Eduardo Dvorkin