Ciencia Propia

Ciencia incierta en San Juan: acerca de la crisis del CONICET y su impacto en la Provincia.

Por Victor Hugo Algañaraz Soria. Investigador Asistente del CONICET, Doctor en Ciencias Sociales, Docente Universidad Nacional de San Juan

El campo científico en Argentina: breves consideraciones.

El “campo científico” es, según Bourdieu (2003), un espacio de fuerzas dotado de una estructura y a la vez un espacio de luchas entre los agentes (es decir, los científicos, los equipos o los laboratorios) para conservar o transformar esa estructura. Su autonomía, ha señalado, es siempre “relativa”.

En el caso argentino, la estructura de dicho campo se ha organizado tradicionalmente en función de dos grandes fuerzas: una “endógena”, desplegada en el estado de tensiones internas entre los agentes, y otra exógena, vinculada a la histórica injerencia de los gobiernos de turno y cristalizada en las diferentes políticas públicas destinadas al sector (Beigel, 2010). Toda decisión en materia de política científica está determinada, en efecto, por modelos valorativos e ideológicos. Vessuri (1983) ha señalado que tales elecciones no son neutrales y que, de la misma manera, la ciencia que esas elecciones generan tampoco puede ser neutral.

Así, el conflicto por el que atraviesa el CONICET desde el año pasado ha puesto en evidencia los contrastes entre dos proyectos de país que otorgan una relevancia distinta a la producción de conocimiento científico.

Luego de la gran crisis del 2001-2002, el campo científico argentino experimentó una expansión sin precedentes, sostenida en gran medida por una fuerte inyección de recursos nacionales: la inversión en CyT respecto del PBI alcanzó un ratio máximo histórico de 0.64% en 2012 (MinCyT, 2016). Su correlato inmediato fue la triplicación de la cantidad de investigadores del CONICET, el crecimiento del sistema de becas, la política de repatriación de investigadores, entre otras.

Sin embargo, un drástico cambio de rumbo devino tras la llegada de Mauricio Macri al gobierno nacional: se puso en discusión la orientación de la política científica y redujo fuertemente el financiamiento del sector. Ello impactó rápidamente en la actividad científica ejecutada en universidades, centros e institutos de investigación de todo el país. En el CONICET, el ajuste se tradujo en una reducción aproximada del 50% de los ingresantes a la Carrera del Investigador Científico (CIC), respecto a la tendencia de crecimiento prevista en el Plan Argentina Innovadora 2020 (establecido en 2013, por el mismo Ministro Barañao). A esta contracción, se adicionó también una reducción en el número de becas doctorales y posdoctorales otorgadas.

El desarrollo científico en San Juan: entre el impulso y su freno.

El circuito científico en San Juan (cuya institución rectora ha sido tradicionalmente la universidad pública), no ha permanecido ajeno frente a la configuración de este escenario. La producción de conocimiento científico y el desarrollo tecnológico local adquirieron gran protagonismo, en base un estrecho vínculo entablado con la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación del Gobierno provincial (SECITI, creada en 2012) y al dinámico impulso que adquirió el CONICET recientemente.

Fue gracias a su incorporación entre las zonas prioritarias delimitadas por el MINCyT y el mismo CONICET que se incrementó el número de becarios e investigadores del organismo en una provincia que hasta entonces estaba relegada: mientras en 2007, había un total de 39 investigadores CONICET en San Juan, hacia 2015 el número ascendió a 91. La cantidad de becarios también creció: en 2007 se contaban sólo con 71 becarios y hacia el 2015 ya habían 191 (CONICET, 2017).  Este impulso cristalizó en la reciente creación de un Centro Científico Tecnológico provincial e impactó en la masiva conformación de equipos de investigación e incremento en los niveles de producción científica (Algañaraz et.al, 2016).

En gran medida, el grueso de investigadores CONICET que hay en San Juan se concentra en torno a las llamadas “ciencias duras” en desmedro de las “ciencias blandas”, particularmente sociales y humanidades, que continúan siendo un área de vacancia.

Figura N° 1: Distribución de investigadores CONICET en San Juan, por área de conocimiento. Año 2015.  


Fuente: Elaboración propia en base a CONICET (2017).

Entre los institutos que agrupa el CCT (vinculados exclusivamente a las áreas de Ingeniería y Ciencias Exactas) y los restantes agentes del CONICET que tienen lugar de trabajo en otros organismos públicos y privados (entre los que se cuentan la Universidad Nacional de San Juan -UNSJ-, el INTA y la Universidad Católica de Cuyo) sumaban hacia fines de 2016 unos  300 profesionales entre investigadores, becarios y personal de apoyo.

Ahora bien, la contracción presupuestaria en CyT y la consecuente reducción en los ingresos al CONICET significaron un duro golpe para la provincia. Mientras que en 2015 ingresaron un total de 15 investigadores por San Juan, acorde a  la política de federalización y apertura que mantenía el CONICET, los ingresantes seleccionados en 2016 sólo fueron 5: uno del área de Ciencias Sociales y el resto distribuidos entre Ingeniería y Ciencias Exactas.

Adicionalmente, 7 investigadores de la provincia que llevaban entre 8 y 10 años de trabajo en el organismo, resultaron también doblemente recomendados para ingresar a la CIC pero no fueron seleccionados. Pese a que todos figuraban en el Acuerdo coyuntural suscripto el 23 de diciembre de 2016 tras la inédita toma del MINCyT, 2 de ellos fueron excluidos durante la primera reunión de la Mesa Mixta de Seguimiento que entiende en las posibilidades de su reinserción en CONICET o reubicación en otros organismos.

Otro aspecto a destacar es que siendo la UNSJ el principal organismo de educación superior y producción científica de la provincia, atraviesa también por una preocupante situación presupuestaria, que  además de los recortes que sufre, no fue incluida en el listado anexo de Universidades públicas que recibirán un refuerzo financiero en 2017. Todo ello ha puesto al borde del desmantelamiento a laboratorios, líneas y equipos completos de investigación, muchos de los cuales están quedándose sin becarios, investigadores y recursos.

Dada la situación, y en el marco de la generalizada acción de protesta que se viene desplegando a lo largo y ancho del país desde el año pasado, la comunidad científico-universitaria sanjuanina ha conformado una “Asamblea por la Ciencia y la Universidad”. Se trata de un colectivo autónomo, de carácter heterogéneo, sostenido por una fuerte dinámica democrática, que en sus pocos meses de vida  ha logrado ser conocido, reconocido y acompañado por destacados referentes gremiales, académicos y políticos.

Bibliografía:

Algañaraz Victor; Montaño Franco, Agüero Gabriela; 2016. “La investigación en la UNSJ: transformaciones desde su reinstitucionalización en 1983 a la actualidad”; En II Congreso Argentino de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología (CAESCyT).

Beigel, Fernanda; 2010. Autonomía y dependencia académica. Universidad e investigación científica en un circuito periférico: Chile y Argentina (1957-1980). Buenos Aires, Biblos.

Bourdieu, Pierre; 2003. El oficio de científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad. Barcelona, Anagrama.

CONICET, 2017. Base de Datos del CONICET. Disponible en http://www.conicet.gov.ar/recursos-humanos/?graficoid=44282

MinCyT, 2016. Indicadores de inversión en I+D. Disponible en http://indicadorescti.mincyt.gob.ar/

Vessuri, Hebe; 1983. “Consideraciones acerca del estudio social de la ciencia”, En: Díaz, Esther (Dir.): La ciencia periférica. Venezuela, Monte Avila, pp. 9 a 34.

Victor Hugo Algañaraz Soria

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