Ciencia Propia

Entre los ríos de la Ciencia

Por Nahuel Escalada. Licenciado en Ciencias Políticas, Mgr en Evaluación de políticas públicas, Becario doctoral CONICET. CITER

Encontrarse implica un reconocimiento del otro, una aproximación que sorteando las diferencias convoca a pensarse en el espejo de quien tenemos en frente, de ese sujeto en el cual no habíamos pensado sino hasta que su temporalidad, su desazón y su complejidad se vuelven un reflejo de aquello que  nos interpela y nos aqueja en función del tiempo presente.

Existe sobre todo una regulación y un control que define hacia dónde mirar, cómo miramos a quienes somos nosotros y quienes son los otros y, finalmente, como nuestro mirar acaba por sentenciar como somos nosotros y como son los otros (Skliar, 2002).

Posiblemente haya sido una de las primeras evidencias de las asambleas de cientificxs en Entre Ríos, la invisibilidad del otro que se aboca a la misma tarea, el desconocimiento de otrxs trabajadorxs que en el ámbito de CONICET piensan en una ciencia que se proyecte en la provincia de manera articulada.

El conflicto en CONICET interpela a lxs entrerrianxs desde la dificultad de encontrarnos, ante la poca proliferación de centros de investigación donde trabajar de manera colectiva, el trabajo del investigadxr se vuelca hacia un aislamiento en el cual las vicisitudes por las cuales atraviesa el organismo llegan como expresión de lo que se manifiesta en las grandes urbes y usinas de conocimiento. No es casual que Entre Ríos sea una de las provincias con menor número de científicxs vinculadxs al organismo, como tampoco lo es la negativa de parte de las autoridades de CONICET a brindar información certera respecto al número de investigadorxs y becarixs que se encuentran trabajando en la provincia. La unión y el encuentro permitirían poner en palabra y en cuerpos esta carencia que no se vio permeada por los políticas de expansión de vacancia geográfica. Se explica por  la falta del ejercicio administrativo de la postulación por un lado y por la falta de estructuras capaces de contener a investigadorxs en la provincia.

Por otro lado, Entre Ríos es una provincia en la cual la oferta académica se encuentra ampliamente distribuida por su territorio, la ventaja de esta descentralización de la formación universitaria se encuentra con la contrariedad de que no existen aún canales institucionales que impidan la dispersión de científcxs. No obstante la situación amerita el acercamiento, no solo en repudio a la maquinaria perversa que está desguazando a paso acelerado el capital simbólico, cultural, económico y científico del país, sino también en defensa de lo que se ha construido en la provincia, donde en contraposición al fuerte impulso que se le ha dado a la actividad agropecuaria, productiva y de carácter exportador, la ciencia se abocó a la producción de saberes básicos que promueven la sustentabilidad y el conocimiento sobre nuestra flora y  fauna, que dan cuenta de nuestras realidades y particularidades como litoraleños, que se esfuerzan por reconstruir nuestros recorridos históricos, el conocimiento creado dentro de los márgenes del río como una de las primeras provincias Argentinas en promover económicas críticas, asociativas y de carácter social. Estas características identitarias de nuestro conocimiento y la forma de promoverlo, es visto hoy por las autoridades nacionales de CONICET no como una inversión, sino como un gasto prescindible en la producción científica.

En la primera asamblea provincial confluimos becarixs e investigadorxs de diferentes puntos de la provincia,  y aunque la preocupación casi inherente a la realidad regional podría haber sido el devenir de la investigación y de las incorporaciones dentro en un área principalmente olvidada para CONICET, las discusiones viraron en torno a qué sistema científico defendemos para el país. Se trata de entender que no hay federalización posible sin un sistema fuerte capaz de comprender que la producción científica no se mide en divisas, no es un componente de la balanza comercial, o al menos no lo representa según las lógicas del mercado. Se expresó una asamblea en oposición a  una ciencia al servicio del capital, incapaz de pensar en todo conflicto social que vaya más allá de los problemas propios de la academia.

Bajo la intensidad  del calor litoraleño se intentó llevar este mensaje a la sociedad en la feria de ciencias de Paraná, en adhesión a las actividades a nivel nacional, con una amplia participación de trabajadorxs de CONICET exponiendo sus investigaciones y denunciando el vaciamiento se invitó a lxs ciudadanxs a defender la soberanía científica. Con la consigna de la ciencia en la calle se discutió respecto al rol que juega el desarrollo científico en el país, el trabajo que realizamos y la amenaza que representa el avance de un concepto utilitarista y desarrollista de la producción.

La imposición de una comprensión social en torno al conflicto en CONICET que estuvo apadrinada mediante los aparatos mediáticos aliados al gobierno se hacen sentir con mayor intensidad en provincias donde la información llega fragmentada  y con características propias de las grandes capitales. La estrategia de la reconstrucción suscribe a la imagen propagandística que se han permitido crear en torno a la figura presidencial, de un antihéroe atravesado por las situaciones de deterioro del país como consecuencia la anterior gestión, que decide dejar por fuera sus comodidades privadas para insertarse desde su simple humanidad en lo público como motor  de las soluciones venideras que llegarían con sacrificio y a paso lento.

Es tarea de lxs trabajadorxs de la ciencia sortear este ideario, desenmascarar las capas amigables del neoliberalismo, construir para sí un pensamiento que pueda explicitar la ferocidad de quienes  piensan un Estado al servicio de los capitales propios y foráneos. Salir a la calle permite reflexionar en torno a la capacidad de construcción por fueras de los cánones propios del academicismo, dilucidar la trama simbólica que  los aparatos del poder logran establecer en las discusiones cotidianas, reconfigurar el rol de la investigación al servicio del conocimiento y del empoderamiento social y de la cuestión social.

Arturo Jauretche (1957) sostenía que  

La palabra cultura pierde su acepción aséptica para transformarse en una política cultural opuesta a la política cultural que se nos presenta como “cultura”. Es una beligerancia imprescindible para obtener la síntesis como resultado frente a la pretensión de seguirnos imponiendo una cultura marginada de toda elaboración propia (Jauretche, 1957)

Ante los arrebatos de un poder mezquino y colonizante, estas palabras resucitan y llaman a la disposición de las mentes y los cuerpos, como espacio de intimidación a quienes se creen lxs detentorxs del derecho y el saber, como espacio de emancipación y lucha por una ciencia soberana e inclusiva.

Bibliografía

Jauretche, Arturo, 1957. Los Profetas del Odio y la Yapa (La colonización pedagógica).

Buenos Aires. Paña Lillo Editor

Skliar, Carlos, 2002. ¿Y si el otro no estuviera ahí? Notas para una pedagogía improbable de la diferencia, Buenos Aires. Miño y Dávila.

Nahuel Escalada

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